Nada se equipara a esa extraña sensación que invade
al terminar la última página.
Me gusta el temblor del libro acabado,
esos segundos calmos,
mirada perdida,
nada más cerrarlo.
Queda el silencio,
sí, ese silencio incorruptible
de la historia contada.
Nada vuelve a ser lo mismo.