lunes, 25 de marzo de 2013

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.


Con esta cita de Pablo Neruda que siempre me ha encantado por lo mucho que dice con pocas palabras, me gustaría hoy dedicar mi entrada a lo que más amo, a lo que más me emociona, a lo que me remueve por dentro si no lo hago, a lo que me fascina y me agita cuando sí: VIAJAR.

Llevamos ahora semanas decidiendo nuestro próximo destino. Es de los momentos más intrigantes, ya que de todo el mapa global, nos tenemos que decidir por un país, una zona, una aventura. ¿Qué nos apetece? ¿Qué zona no hemos explorado aún? Es una tarea compleja, sobre todo, cuando a uno el mundo entero le atrae. Me podría ir a cualquier lugar, cualquier punto terráqueo me apetece.
Puedo asegurar que antes de un viaje, se apodera de nosotros una especie de estado febril. Hablo de nosotros porque los viajeros somos como un gremio, una tribu, un clan de yonkis adorando este vicio incansable. Nos tiramos el año trabajando y dinero ahorrando, empapándonos de libros, foros y recomendaciones, tantas ansiedades y nervios, tantas ilusiones y sueños....

Tantas expectativas......

Tanta curiosidad......


Y (CASI) SIEMPRE TODO SUPERA CON CRECES LO IMAGINADO.


Es increíble cómo una persona cambia de piel y de alma cuando se convierte en viajera. Cómo se transforma, cómo lo que ayer parecía importante hoy es totalmente irrelevante. Cómo poco a poco la libertad se cierne sobre nosotros y la abrazamos ligeramente desconfiados porque nunca la hemos llegado a conocer del todo y no estamos seguros de que sea ella.


Cuando viajé 5 meses por Latinoamérica, en un viaje tan largo, percibí que la persona que era los primeros días de viaje se perfila sólo de reojo en la que me convertí la décima semana. Cómo se relaja el cuerpo, cómo se agudiza la vista, cómo cosquillea el corazón. Nos volvemos vulnerables a cualquier mirada, palabra o gesto. La menor situación nos causa regocijo, los ojos no descansan paseándose de escena o paisaje sorprendente a otra/o…. cada montaña o volcán, cada océano o lago, cada amanecer….. cada día es una aventura y un placer indescriptible.


Una noche en México miramos al cielo y descubrimos que la luna en esa parte de la Tierra es diferente, es achatada. Y quizá su color sea más marfil. Aquella noche nos dimos cuenta de que no sólo la luna sería diferente en aquellos países. La mirada de la gente, el color del mar, el grosor de los árboles, el caos de las ciudades, la tranquilidad de los lugareños, la inocencia perdida de los niños, la quietud majestuosa de los volcanes, lo impenetrable de los bosques, la belleza que irradia cada trozo de tierra y cielo!

A veces nos sentábamos en una plaza o en un lugar perdido y observábamos en silencio con las manos entrelazadas, viendo el mundo al desnudo, sintiendo toda su fuerza.


No sirven las palabras. Son vivencias que se pegan al alma.

Nos agitan y conmueven. Vivencias que embellecen, que abruman.

Desde el primer día del viaje uno se convierte en nómada, un espíritu que crece cada minuto y contagia a cada punta de su cuerpo. Sé que este ansia por conocer nuevos mundos y culturas no se irá a dormir nunca.
A mí al menos ya me ha corrompido.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Asociaciones incongruentes


Seguro que todos hemos experimentado alguna vez la aparatosa situación de decir una cosa cuando queríamos decir otra, que era la que verdaderamente estábamos pensando. 

Sí, el cerebro nos juega malas pasadas y, aunque en muchas ocasiones este error tenga su fundamento en nuestra propia consciencia, no deja de sorprendernos y, cuando menos, hacernos reflexionar sobre estas extrañas e inesperadas asociaciones mentales.


Yo no abuso tampoco de encontrarme en semejante lance, pero me ocurre algo bien curioso: asocio palabras que no tienen nada que ver, ni semántica ni fonéticamente hablando.






BUFANDA - ALFOMBRA



Es curioso. De hecho creo que nunca lo he contado por escrito, pero me ocurre algo bien extraño con la palabra "bufanda". Cada vez que mi cerebro piensa en ella y mis labios van a pronunciarla, me sale la palabra "alfombra".
¿No es bestial? ¿No es para alarmarse? jajajaja.


Me lleva pasando al menos unos 10 años y me he devanado los sesos pensando en qué ha podido provocar esta asociación tan poco habitual, tan poco común, ..., tan ridícula, vamos.

Las primeras veces me he llegado a alarmar, pues me encontraba en mi caos cotidiano habitual, siempre con prisas, buscando como una loca las llaves o la bufanda para salir de casa, y en un ataque de nerviosismo neurótico (que llego tarde, que llego tarde) han salido de mi boca los gritos: 


¿Dónde cóño está mi alfombra????? 
¿Has visto mi alfombra roja por algún lado???

Sí, la escena es absurda. Creo que ya pertenece a mi idiosincrasia. No me suele ocurrir al revés: pensar en alfombra y que me salga bufanda, pero estoy asumiendo que ya no puedo corregirlo, es como si se hubiera creado un vínculo irrompible entre estas palabras y se haya instalado cual parásito en mí, debiendo acogerlo yo para siempre. Ya vivo con ello.

Otra asociación que me ha ocurrido bastante a menudo ha sido la de :

COLLAR - CONCIERTO


Y también me acuerdo de momentos antes de salir, preguntando a mi hermana:

¿Qué concierto me pongo: éste o el otro? 
Me he comprado un concierto precioso, es un concierto estilo africano....

Como os imaginaréis son situaciones hilarantes que crean asombro y yo, la mayoría de las veces, ni me entero de lo que acabo de decir hasta no ver la reacción de quien está conmigo.
De todos modos, dramas fuera, no considero el problema tan grave, me consuelo con que no se trata de palabras desagradables, al menos no como para perder energía en preocuparme en exceso.

Siempre podía haber sido peor!!!!  o no?